miércoles, 29 de febrero de 2012

Elucubrando nuestro futuro

Las motas de polvo inundaban la habitación, iluminadas de un mágico color dorado, los muebles antiguos parecían sonreír ante el espectáculo. Las cortinas se contoneaban perezosas con la brisa de la tarde. Y Ginebra contemplaba la escena desde el sofá, invadida de una dulce melancolía.







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